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Persiste un alto grado de indefinición en el mercado mundial del acero.

 

 

Cada vez es más evidente que los compradores de acero se lo piensan dos veces antes de tomar una decisiones de compra debido a la situación proteccionista actual. Existe el temor de que en cualquier momento se prohíba la entrada a buques cargados con acero en puertos estadounidenses por cualquier causa.

 

Recordemos que el mes pasado, la administración estadounidense introdujo un arancel del 25% sobre las importaciones de acero que entraban en vigor el 1 de mayo. Las preocupaciones sobre dónde lleva una decisión de tal calibre han preocupado a todo el mundo siderúrgico. Y en especial, está por ver qué afectación tendrá esto al negocio de la Unión Europea.

 

La Comisión Europea está de momento investigando la posibilidad de utilizar algún tipo de legislación para contrarrestar los efectos y trabaja para elaborar una propuesta de aprobación por parte de los 28 países. También, la Comisión Europea debate si debe lanzar una protesta ante la OMC de forma conjunta de forma separada, sabiendo que esta protesta podría tener escaso recorrido.

 

Aunque la administración Trump ha aplazado otros 30 días la imposición de aranceles a la Unión Europea (cosa que no ha sentado nada bien) deja una elección compleja para la UE. Si la Unión Europea acepta su demanda de bajar los aranceles sobre los automóviles norteamericanos, según los tratados internacionales, debería aplicar términos similares a los de los demás miembros de la OMC. El más beneficiado sería China (miembro de la OMC) y con gran interés en convertirse en exportador de automóviles: obtendría gratis acceso a Europa a cambio de nada.

 

 

Las medidas arancelarias restringen las opciones de compra para el cliente. Estas medidas están diseñadas para salvaguardar los intereses estratégicos de una nación productora de acero pero que a su vez, niega a los clientes la oportunidad de adquirir material a precios competitivos.

Además tiene otros efectos colaterales: una generalización de medidas de protección comercial a la misma vez en diversas áreas geográficas, reduciría las importaciones, encarecería las divisas, aumentaría el coste del crédito y potencialmente, llevaría a una escasez de suministros de acero.

 

 

Podemos examinar con detalle lo que ha pasado en América del Norte: a raíz de las medidas proteccionistas, según informa Meps, las acerías han tenido pista libre para subir los precios de venta de los productos planos encontrando una resistencia mínima por parte de los compradores. Sin embargo, en medio de un entorno comercial alcista, los centros de servicio norteamericanos informan que los precios de determinados grados de acero se estarían estancando. Una explicación posible de este fenómeno es que los precios han llegado a un nivel tal, que las importaciones, aún habiendo aranceles, amenazan con volver a ser competitivas. A esto se añade el hecho de que las siderúrgicas tienen la intención de aumentar la producción. 

Por esta razón, si trasladamos este hecho a otras zonas geográficas, es posible que los precios mundiales del acero no suban mucho más, sino que pudiéramos ver cierta presión negativa en los precios del acero en la segunda mitad de 2018. Esto sería así, salvo que hubieran medidas proteccionistas más drásticas que entorpezcan el mercado.

 

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